EL HOMBRE LOBO QUE TEMIA A LA LUNA
LLENA
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Siempre me
gustó el terror. Veía películas de ese género a porrillo. El personaje que me
ha atraído más, siempre fue el hombre lobo; resultaba alucinante, no se puede
decir que fuera malvado en el fondo, pues era su naturaleza animal la que le
llevaba a realizar carnicerías a veces. No siempre, la mayoría de las veces el
hombre lobo lo que buscaba era huir, escapar, pero al verse acorralado y acosado
destapaba su ira bestial, irracional; se descontrolaba y entonces era cuando,
con sus fuertes garras, afilados colmillos y fuerza animal, machacaba a sus
“enemigos”, a sus acosadores. La ciudad distorsionaba sus aguzados sentidos y
siempre ansiaba y buscaba la naturaleza, el bosque.
Tan obsesionado estaba yo con el hombre lobo
y tanto terror veía en películas (y en la vida real), que cierta noche de luna
llena, como no, me caractericé de hombre lobo, me atavié con un traje peludo,
con una máscara y me agencié unas garras caseras fabricadas por mí, eran de
hierro, afiladas, muy afiladas.
Maté. Sí, asesiné caracterizado de hombre
lobo a muchas personas, a víctimas incautas e indefensas, mujeres casi todas,
en las noches de plenilunio.
Ya no veía películas de terror y horror,
ahora yo era el terror y eso me satisfacía, me henchía de felicidad y energía.
Cada víctima del hombre lobo era un trofeo a mi … locura, jejeje.
Sí, creo que ver tantas películas de terror
desequilibró mi mente, me volví un tanto … inestable.
Como hombre lobo actué tres noches al mes
durante cinco o seis meses aproximadamente, no lo recuerdo bien y en todas esas
noches sumé víctimas a mi … locura, jejeje.
La policía buscó, se organizó bien para, en
las noches de luna llena encontrar y atrapar a la bestia, al loco, al hombre
lobo, como llamaban a ese caso.
Cuando leía en los periódicos “el hombre
lobo ha vuelto a matar”, yo me regocijaba de placer.
Nunca me pillaron, no me atraparon jamás.
Debo alegar también, que a la mayoría de
mujeres que liquidé, a las jóvenes y atractivas, también las violé, jijiji. Las
violé, me suplicaron que no las matara, que las dejara vivir, pero las maté
salvajemente, como hace el hombre lobo en las películas.
Como digo nunca me descubrieron ni atraparon
porque … morí. Accidente de coche, ¡puaj, vaya muerte!, hubiera sido mejor
haber muerto en acción, como hombre lobo ¡auuuuuu!.
Nunca creí en la reencarnación, pero me
reencarné en …¡un poster!, un poster de un … ¡hombre lobo!.
Era muy extraño, volvía a vivir después de
muerto pero en un papel. Yo veía, oía, olía, sentía, en fin, vivía todo lo que
sucedía a mi alrededor día tras día y noche tras noche.
Estaba pegado a una pared en un cuarto de
cambiarse la ropa los trabajadores. Efectivamente estaba en una gran fábrica,
con muchas habitaciones, cuatro plantas de altura y sótano inclusive; una gran
fábrica de disfraces.
¿Qué cómo lo sé?. Pues porque a base de
esfuerzo mental conseguí un día… ¡salir del poster de papel!. Salí una noche de
luna llena, como no, ahora era un hombre lobo pero de verdad, ¡auuuuuuu!.
Investigué toda la fábrica, pero al alba, al ponerse la luna, a la salida del
sol, ¡regresé al poster!, al papel, a mi cuarto.
Allí, en el cuarto de cambiarse la ropa los
“currantes”, también había más posters, todos de chicas bellas, sucintas de
ropa, en biquini y desnudas; nueve o diez posters con nueve o diez tías
impresionantes y yo las deseaba, las deseaba como hombre y como lobo también.
Sí, las quería penetrar a todas, violarlas salvajemente, desgarrarlas y
matarlas como hice en vida con todas mis pobres víctimas.
La noche siguiente, la segunda de luna llena
de ese mes, volví a salir del poster y …¡ellas también!. ¡Qué agradable
sorpresa!, para mí, supongo que no para ellas, pero en qué funesto error estaba
yo, nada más materializarnos en carne, las miré a todas, eran exactamente diez.
Las conté, diez hembras supremas, escogidas a conciencia y rugí de deseo de
carne y de sangre. Rugí ferozmente mirándolas retador y poderoso pero … ellas ,
sus ojos, sus facciones impersonales, impasibles, ese rictus de maldad que
destilaban me intimidó.
No entendí como pudo ser, pero yo, una
bestia inmunda, un hombre lobo de pelo en pecho, brutal, animal, con músculos y
tendones poderosos, colmillos babeantes y garras (naturales, nada artificiales)
fuertes, potentes, fui atacado y subyugado a ellas, a diez débiles mujeres.
¿Débiles?. No, tenían una fuerza sobrehumana; me redujeron y … comenzaron a …
¡violarme!, ¡me estaban violando diez
tías de campeonato!. ¿Qué pensaban, que eso me hacía daño físico o
moral?. Jajaja, qué equivocadas estaban, estaba gozando como nunca. Me violaron
las diez, entre nueve me sujetaban y la otra cabalgaba brutalmente sobre mí,
¡qué gozada!. En un principio, la violación se extendió toda la noche, eran
incansables, insaciables. Estaba extenuado cuando a la salida del sol todos
regresamos a nuestros respectivos posters.
Estando en el poster las miraba ya no con
deseo y lascividad, sino con temor y miedo, ¿volvería a suceder?, ¿saldría yo
del poster?, ¿y ellas también?.
La noche siguiente, la tercera de luna llena
sucedió, salí del poster, grotesco, fuerte e inquieto. Fui hasta la puerta de
salida de la alcoba y quedé quieto, sigiloso, agazapado esperando, esperando a
que no sucediera pero ¡sucedió!, las diez aparentemente frágiles y débiles
mujeres se materializaron en la habitación, ¿frágiles y débiles?, ¡ja!, eran
fuertes, salvajes, lascivas, irrefrenables e insaciables.
Hui, escapé de la habitación.
La fábrica estaba llena de maniquíes y
disfraces de todo tipo. Corrí como un loco, un loco lobo, mirando de soslayo y
ellas … ¡me seguían!. Eran rápidas, con una decisión y aplomo descomunal. Me
escondí, me disfracé de Spiderman, pero me
atraparon. Me descubrieron, no sé como, me redujeron con esa fuerza
sobrehumana y volvieron a abusar de mí. Todas, incansables, insaciables; ahora
yo veía en sus caras a mis víctimas, a mis pobres e indefensas víctimas, pero
ahora la víctima era yo.
¡Ho Dios!, ¡qué horror!, el suplicio carnal
se dilató otra vez toda la noche hasta el alba, al alba volvimos a nuestros
posters, cada uno al suyo. De eso hace ya un mes exacto.
Mañana es luna llena. Tengo miedo. Yo, un
bestial hombre lobo medroso, temeroso de bellas mujeres.
¿Cómo pudo ser, cómoooooo?.
Son ellas, ¿verdad?, son las víctimas que
violé y destrocé en vida ¿verdad?.
Es su
venganza.
Temo que llegue la luna llena.
Soy un hombre lobo que teme a la luna llena.
Que no llegue la noche, por favor.
Que no llegue …
FIN
FABA LOMEZ